Silvio, Martí y la creación



Entrevistó: Jorge Benítez, La Época, Chile.
16 de Junio del 1995

En una conversación usted decía que no era un indagador de José Martí, sino un depositario, ¿qué quería decir?

Lo que quise decir es que no soy un especialista en el sentido de haber estudiado exhaustivamente la obra de Martí. Entre otras cosas porque tú mismo comprenderás que estás metido en eso que estudiar la obra de Martí es prácticamente como una carrera, es como dedicarse la vida entera a seguir los pasos a todo Lo que dijo, el significado de todo lo que dijo y a la profundidad y la hondura de su visión de América y el mundo. Entonces digo que soy un depositario porque afortunadamente di con Martí cuando era muy niño, porque soy cubano, es la primera razón, y también porque mi familia ha sido siempre muy martiana. Tanto mi padre como mi familia materna.

Hay dos canciones Yo soy de donde hay un río y el juego que me regaló un seis de enero…

Es El juego que me regalo… en el disco salió acentuado por error, es el juego que me regalo a mi mismo en realidad.

Allí hay un párrafo que dice: Martí me habló de la amistad…

Y creo en él cada día aunque la cruda economía ha dado luz a otra verdad.

Sí, estoy hablando de cosas terribles, de cómo los problemas económicos y la supervivencia crean trampas que nos quieren alejar de las mejores cosas que podemos ser y que en cierta medida son las enseñanzas martianas. Y pienso en la situación en que estamos en Cuba en que hemos tenido que retroceder y hacer concesiones, proyectar otras, intentar otras soluciones, o sea un momento en que la utopía parece maltrecha. Pero eso no significa que tengamos que renunciar a la condición humana, y que aunque haya que hacer concesiones y aunque haya que tener una filosofía de la vida y de lo social más pragmática y más economicista, eso no quiere decir que le tengamos que vender nuestra alma al diablo. Debemos seguir luchando por salvar la espiritualidad, ese sentimiento de solidaridad humana que es lo que nos distingue, en definitiva, de los objetos inanimados. Y eso es un poco todo lo que estoy tratando de decir de una manera muy sintética, quizás un poco críptica.


LA DIFÍCIL CREACIÓN


¿Hasta qué punto iniciativas privadas como la fundación Pablo Milanés o su propio sello discográfico no se contaminan con esto de la “cruda economía”? ¿O tienen un paraguas para protegerse por lo que pueden aportar ustedes?

Bueno, creo que estas cosas hay que hacerlas atendiendo a que inevitablemente tenemos que ser rentables. Porque uno de los defectos que tiene el socialismo es no sacar las cuentas: costo contra beneficio. Hay un saco lleno de juguetes y tú repartes y repartes, pero llega un día en que algún niño se queda sin su juguete porque ese saco no es interminable. Tienes que fabricar y planificar para que tengas siempre juguetes. Si no miras la vida de esa manera, que no es abandonar la utopía sino instrumentarla de una manera inteligente, estás loco porque solamente vas a llegar a un punto. O sea, no vas a poder llegar más allá, porque cuando se te acabe lo que tienes para repartir, ahí se acabó todo. A la hora de emprender cualquier empresa, cualquier aventura de este tipo, hay que tener muy claro problemas de costo y las posibilidades reales.

¿Es difícil la creación en estos tiempos difíciles?

A mí me es difícil la creación no porque esté viviendo estos tiempos, sino porque llevo muchos años creando. Yo comencé a crear en tiempos difíciles, hay tomar en cuenta eso. En tiempos muy, muy difíciles para el país, para mi generación y particularmente para mí mismo. O sea, esas dificultades, lejos de quitarme las ganas, me estimularon más a crear. Lo que pasa es que llega un momento en que el camino se empieza estrechar, a volverse angosto, la música se vuelve un poco cruel en ese sentido, como ha dicho recientemente Chico Buarque, porque tanto a él como a mí no nos gusta repetirnos, hacer canciones parecidas, sino que en cada canción nos proponemos hacer un universo diferente, nos gusta cambiar de estilo; tratamos verdaderamente de asumir el acto de la creación, lo logremos o no, como un verdadero acto de creación.

Entonces, es un nivel de exigencia muy alto. Yo podría hacer una canción parecida a cada rato, como hacen otros, pero no me conformo con eso. Si sigo haciendo canciones y componiendo, voy a mantener esa diversidad, esa riqueza, esa frondosidad que siempre me ha caracterizado. Si no puedo ser así, prefiero no serlo.


TODOS LOS POEMAS


Volviendo a Martí, en su libro Que levante la mano la guitarra usted menciona sus influencias musicales. ¿Qué aporta Martí? ¿Algún poema en especial?

Hay un poema que siempre recuerdo mucho que Martí lo escribió cuando tenía 18 o 19 años, que se llama A mis hermanos muertos el 27 de noviembre, que habla de aquellos estudiantes de medicina que fueron fusilados por el ejército español acusados de haber profanado la tumba de un hombre apegado a la Corona. Después se demostró que todo era absolutamente falso. Estos son versos que yo leía cuando adolescente y todavía vuelvo a ellos porque hablan de valores muy importantes para mí como la amistad, la patria, el compromiso que se hace ante los muertos, ante los caídos. Todas esas cosas que impresionan mucho. Y podría decir que toda la poesía de Martí me impresionó mucho y me he leído toda la poesía que escribió, por lo menos toda la que está publicada. Los versos sencillos, por cierto, son una fuente inagotable de sabiduría y de frescura, y también los Versos libres, la poesía que él escribió en su juventud.

Dada la influencia de Martí en usted, llama la atención que no le haya dedicado una canción.

No, es que tendría que ser la creación total. El día que pueda hacerle una canción a Martí cuelgo el hábito, como diría un sacerdote, porque tendría que ser mi mejor canción. Y con eso corro un gran peligro, porque el día que haga mi mejor canción, ¿qué voy a hacer después? Bueno, no voy a poder abrir la boca nunca más. Entonces, ¿para qué? (risas). Si justamente esa cosa de alcanzar lo inalcanzable, de alcanzar el horizonte, es lo que nos motiva. Si llego algún día a la conclusión de que he escrito la mejor que voy a escribir, bueno, pues mi vida desde ese momento carece de sentido. Por eso es tan contradictorio ese fenómeno de escribirle una canción a Martí.

Es curioso, porque hay otras canciones suyas al Che, a Miguel Enríquez…

Quizás el recurso que he usado inconscientemente es el de repartir a Martí en todas mis canciones y todas ellas hacen una gran canción a Martí. Todo ese cúmulo de cosas, ese conglomerado, son una especie de canto a Martí, quien en definitiva me enseñó a ser niño. 


PRIMERO LA MÚSICA


¿Es muy difícil la creación después que se es un hombre de éxito?

Lo del éxito uno realmente no lo toma en cuenta.

Pero pesa.

Quizá pesó alguna vez. Un vez hablando con García Márquez me decía que después que escribió Cien años de soledad le costó muchísimo escribir una palabra sobre una página en blanco. Quizás me ocurrió lo mismo, pero fue hace mucho tiempo, tanto que casi no lo recuerdo.

¿Qué le llega primero, la letra o la música?

Generalmente, en un altísimo por ciento, la música.

¿La música?

No tengo más remedio que decir la verdad. La inmensa mayoría de mis textos los hago porque es lo que me susurra la música que invento. Incluso, a veces, a una música le he escrito distintos textos, buscando aquellas palabras que tengan más que ver con el sentimiento que me provocan la melodía, la armonía, la atmósfera musical. Y hasta que no consigo eso, no creo que he terminado la canción. Hay canciones, por ejemplo Unicornio, a la que le escribí como cuatro o cinco textos diferentes, y ninguno era el texto.

¿Y se puede saber a quien está dedicada esa canción, porque mucha gente se dice depositaria directa de la canción?
(Se queda en silencio un tanto tenso)
¿No es inoportuna la pregunta?


Para nada. No es nada inoportuna. No sé si después de hacer tantos intentos de poder hallarle las palabras a aquella música, tuve la sensación de que había perdido la facultad de… de eso, de encontrarle palabras a la música. Y eso es como perder un unicornio ¿no?

¿Ahí está el origen de ese texto?

Quién sabe, puede ser, tiene sentido por lo menos. Lo que puedo decir es que después de casi haber deshecho la idea de encontrarle las palabras a aquella música, llegué un día a mi casa, había una hoja de papel en blanco encima de la mesa, había un lápiz al lado, me senté y escribí ese texto tal como se conoce, como si me lo estuvieran susurrando en el oído, de una sola vez.

¿Y eso lo alivió?

Bueno eso fue como parir un piano (risas)



EL HOMBRE, EL TROVADOR


¿Qué le sugieren las palabras conciencia, imaginación y compromiso como trovador?

No lo veo tanto como un trovador, porque entonces tendría que dar una explicación al papel del trovador. Y nunca he considerado que tenga un papel como artista. Como ser humano sí tengo un papel. Y ese rol está dado por las conclusiones de la vida que yo saco, o sea, por qué vale la pena vivir. Y luego que yo saqué esa conclusión humana, por lógica, por analogía, la trasladé a todo lo que hacía. La trasladé a mis relaciones con la gente, a mi manera de ser, la trasladé a lo que hago, a mi vocación. Y por eso, esas cosas llegaron a mis canciones. Como persona, como ser humano, me cuestioné una serie de cosas, y luego aquello cayó sobre todo lo demás; aquellas conclusiones absorbieron, inundaron todas las demás regiones, todas las demás zonas que conforman mi existencia. Por eso digo que tengo los compromisos que he tenido siempre. Conciencia y compromiso son para mí primas hermanas. O sea, no puede haber compromiso sin conciencia; hay que tener primero conciencia de las cosas y luego uno establece un compromiso. Ahora, imaginación, lamentablemente, es la única que es volátil, pero puede ejercitarse, como un músculo: si lo ejercitas más, pues se desarrolla más; si lo ejercitas menos, se te desarrolla menos. Si uno ha ejercitado la imaginación durante toda su vida es probable que eso te sirva para que tu imaginación viva más. Pero en la imaginación existe mucho de lo aleatorio, de lo casual, existe mucho de lo misterioso que también tiene la vida. Así que no puedo decir si tengo o no la misma imaginación que en otros momentos, como tampoco puedo decir si mañana voy a tener más o menos imaginación que hoy. No me siento capaz. Es algo inasible para mí.

¿Se siente realizado después de toda su trayectoria?

¡Dios me libre! El día que me sienta realizado… yo realmente realizado no me siento. Me siento como que no hubiera hecho nada y adoro ese afán en los estudios de grabación de hacer que la gente grabe, de ayudar a los jóvenes artistas, en fin, esta nueva diversidad que tiene mi trabajo, mi quehacer en los últimos años. Es como si hubiera empezado de cero, aunque son las cosas que he hecho siempre. Pero como todo esto es ya un proyecto muy específico, pues hasta que no vea terminados los estudios de grabación no me voy a sentir contento y, muchísimo menos, realizado. Y estoy seguro que al día siguiente de terminados voy a empezar a darle vueltas y a encontrar un motivo para sentirme sin realización, y va a ser un motivo para volver a emprender seguramente otro proyecto.

¿Usted cree en el diálogo?

Por supuesto, como no voy a creer en el diálogo. Todas mis canciones no son más que un diálogo con la gente. No hay odio, yo nunca he podido sentir odio. El odio es algo que no se hizo para mí; yo no sé si me impermeabilicé cuando niño, algo que comí, vaya usted a saber. Pero yo nunca he podido sentir odio, aunque sí, lógicamente, he podido sentir indignación ante determinadas cosas, que es muy distinto. Pero el odio no se ha hecho para mí, no lo entiendo y debe ser por eso que canto sin odio. No hay ninguna canción mía portadora de odio y me alegro de que así sea.