El rock es la música del siglo



Entrevistó:

Fernando D’Addario (desde Santiago de Chile) para Página 12, Argentina.


17 de Septiembre del 1995

Ya se sabe: no tiene la plasticidad de un Mick Jagger en escena, pero para los términos usuales de vida cultural en Cuba su actitud ante la vida lo delata como un Rolling Stone, al menos en el sentido folklórico del término. Aunque los puristas ubiquen su compromiso revolucionario en los antípodas de la rebeldía consumista propia del rocanrol, Silvio Rodríguez es un outsider para la hipotética “línea de un trovador-progresista-ascético”.

En Santiago de Chile, donde anoche ofreció su segundo concierto sold out en el estadio Monumental, Silvio todavía tiene en sus retinas la imagen vivida el lunes pasado, cuando se conmemoró el golpe miliar que derrocó a Salvador Allende: “Qué cosa más cabrona, que ese día sea fiesta nacional, como si hubiera algo para festejar…” Y pregunta por la Argentina, y pone ojos incrédulos cuando se le cuenta que se arancelará la educación universitaria: “¿Cómo? No entiendo. ¿Tú quieres decir que habrá que pagar para estudiar?” Mueve la cabeza y sigue: “Eso hay que defenderlo contra viento y marea. Educación y salud, son pilares. Chico, tú no pides nacer, te traen al mundo, lo menos que puedes exigir es que te eduquen y te cuiden la salud”. No pone el casete. Está enojado en serio.

El próximo fin de semana iniciará en el teatro Opera una serie de seis recitales, en los que presentará su último disco Rodríguez (como parte de la trilogía acústica que inició con Silvio y culminará con Domínguez —su apellido materno—aún no terminado) y se despedirá por un tiempo de los escenarios. “No es que vaya a dejar de cantar –dice, a modo aclaratorio en la entrevista que concede a Página/12— pero ya llevo mucho tiempo en esto y estoy un poco cansado. Voy a seguir componiendo, grabando discos, pero haré menos presentaciones”.

El hecho de haber editado estos discos acústicos ¿tiene que ver, de alguna manera, con una voluntad de expresar austeridad, acorde con el momento que vive Cuba?

Confieso que jamás hubo esa intención, aunque a muchos les parezca. Ha sido una coincidencia. Llevé mucho tiempo tocando con grandes bandas y tenía añoranza de la guitarra, y coincidió con la crisis económica. ¿Tú escuchaste el disco Mujeres? ¿Te parece que es tan distinto a Silvio o a Rodríguez?

No, pero a fines de los 80 habías evolucionado hacia una música más experimental, con grandes arreglos… ¿Qué te hizo volver a recostarte en la guitarra acústica?

Nostalgia por la guitarra. Me pasó también que en los últimos años las bandas lo han inundado todo. En Cuba mismo hay una pelea tácita entre la salsa y el rock, pero todo a nivel de bandas. Las bandas de rock le caen encima a las de salsa y al revés. El ámbito más íntimo de decir cosas desde una guitarra, del trovador, fue relegado a un tercer o cuarto plano. Cuando empecé a tocar la guitarra, recién se acuñaba el término cantautor. A mí siempre me decían autor e intérprete o cantautor y yo les decía que no, que yo quería que me identificaran como trovador. La trova tradicional en Cuba estaba muy relegada cuando surgió mi generación y fue de donde más bebí, pero nadie les hacía caso a los trovadores. La mayor riqueza musical de nuestra música tradicional estaba ahí, y ahora siento lo mismo, que las bandas y toda la música comercial se han comido esa cosa originaria que es la del autor, peleando con la música y la poesía. Y hubo un sentimiento parecido al de entonces de defender lo del trovador. Estoy volviendo a situarme en mi centro, y para aclarar bien las cosas, defiendo la canción que dice cosas, estoy en contra de la canción banal, de la canción de consumo, porque es hora de volver a replantearse este asunto. La cantidad de decibeles conspira contra la comunicación con el público.

Decís que estás cansado. ¿Te aburre tener que seguir cantando siempre clásicos como Ojalá?

No es que las canciones envejezcan, pero el problema de haberlas cantado tanto es que uno llega a distanciarse demasiado de ellas. Antes me molestaba tener que cantarlas siempre, pero ya comprendí que temas como Ojalá y otros son los que han tendido puentes de comunicación más fuertes con el público. Entonces, uno les debe cierta gratitud, como al viejito, aunque lo tengas que llevar en silla de ruedas andas con él a cuestas, no lo puedes abandonar.

En tus últimos dos discos, y fundamentalmente en Rodríguez, las letras dejan traslucir escepticismo con respecto al estado actual de las cosas en Cuba…

No sé si decir escepticismo. Es crudeza, porque la realidad nuestra es hoy más cruda. En muchos sentidos es más estremecedora, sobre todo cuando la comparas con el proyecto que teníamos. Son cosas muy dolorosas.

¿Estás decepcionado con la revolución?

Decepción no es la palabra, pero sí conmocionado, o encabronado. Veo algunos sueños frustrados. O por lo menos pospuestos. Hay cosas que tienen que ver con la sensibilidad, que te tiran de los ojos, y te ponen de cara a la realidad, como la canción Flores Nocturnas, que se refiere a la prostitución. Son cosas puñeteras porque en Cuba no es que no hubiera prostitución, ya que como en cualquier parte del mundo, siempre hubo, pero a unos niveles tan ínfimos… ahora es mucho más evidente.

¿Es culpa de la apertura económica?

Eso es culpa de la apertura, de los tiempos, del turismo, de la realidad económica, de las escaseces, de la desorientación, de algunas familias, de tantas cosas a la vez, hay muchos culpables. La realidad es dura. La frase “para esos pobres señores que van al hotel” es una ironía porque tiene dos filos, quizá no sean tan pobres desde lo material pero desde otro punto de vista hay una pobreza, cuando tienen que recurrir a las sobras del amor.

¿Esas miserias del capitalismo son irreversibles?

Se supone que cuando mejore la realidad económica eso debería ir remitiendo. Pero en otros países, con otras realidades económicas, te encuentras con gente que ha elegido esa forma de vida. La culpa no la tienen las prostitutas, sino el contexto. En otros países podrías decir ¿por qué hay prostitutas aquí? Si viven muy bien… Justamente, en los países de más desarrollo económico hay más prostitutas.

¿Qué es lo que más temés del futuro en Cuba?

Lo que más me sobrecoge es el atentado a la calidad humana que ha conseguido la revolución.

En algún tiempo se lo llamaba solemnemente “moral revolucionaria”…

No me gustaría nombrarlo de manera tan rígida, tan emblemática, tan panfletaria. Hablo de una dignidad que alcanzó nuestro pueblo, que es el valor más preciado de nuestra revolución. Lo que más hizo, más allá de los logros materiales, sociales, lo hizo en el hombre y en la mujer, y eso es inherente a todos los seres humanos, no es porque seamos cubanos. Nacemos todos con esa predisposición. Si existen las condiciones sociales para que esas cosas afloren, los seres humanos las sacan, pero si la sociedad te obliga a defenderte y a convertirte en un delincuente, como defensa el ser humano se convierte en un sinvergüenza. En el futuro, eso es lo que más me jode. Es el reto que tenemos los que asumimos a Cuba como una cuestión de dignidad personal.

¿Apoyas los cambios económicos que se están desarrollando en la Isla?

Sí, son imprescindibles. E inevitables. Había muchas cosas buenas del socialismo, pero había otras que eran falsas, porque mucho del nivel económico que disfrutábamos era producto de que teníamos relaciones excepcionales de mercado con los países socialistas, que no tenían nada que ver con los mercados del mundo. No estábamos viviendo la realidad. No estábamos sometidos a la dureza de la realidad. A pesar de todos los contratiempos, lo bueno que tiene esta situación es que nos pone a prueba, nos enfrenta a la realidad y nos deja en situación de, por primera vez, mostrar lo que somos y lo que valemos. Tenemos dos bloqueos: el de siempre, y que todos conocemos, más el bloqueo de una economía que se hundió de un día para el otro. Lo que se hacen son medidas de recuperación. Nosotros amanecimos un día y todo lo que teníamos no lo teníamos más, entonces eso es increíble, ¿Qué país resiste ese golpe?

¿Cuál es el límite para esos cambios?

El límite aparecerá cuando quieran atentar contra nuestra soberanía. Incluso esta ley que se aprobó la semana pasada sobre las inversiones extranjeras es extremadamente cuidadosa, pero por encima del cuidado que tiene la ley, la mayor garantía que tenemos es un gobierno que sigue siendo muy patriota, que tiene como divisa irreductible la soberanía y la dignidad de Cuba. Mientras tengamos mujeres y hombres con esa disposición y capacidad, estamos a salvo.

¿Le tenés miedo a un socialismo sin Fidel?

Realmente creo que Fidel va a vivir muchos años, nadie piensa qua algún día no vaya a estar. Pero no me imagino al socialismo sin Fidel. Si él no está trataré de que se sigan haciendo las cosas como las ideó él, y si no se hiciera así, entraría en serias contradicciones con el gobierno. Fidel fue más allá de sí mismo. Él dijo una vez la frase “hemos hecho una revolución más grande que nosotros mismos”. Y es así. Es de esas figuras que se van agigantando con el correr de los años. Una persona que nunca claudicó, incluso en el momento en que hubiera sido perfectamente justificable que hiciera concesiones, de principios hablo, porque económicas se han hecho. Ya no quedan dirigentes como Fidel. Si no es el personaje del siglo, es uno de ellos.

¿Sos el cantante oficial del gobierno?

Me han querido poner el cartelito de cantor oficial del gobierno, pero es para desprestigiarme, para invalidar mi posición de defensor de la revolución, aunque nunca respondí a las consignas mecánicamente. No tengo partido político, incluso hay muchas consignas que no sólo no las he repetido sino que no las he aceptado.

La pena de muerte…

No entiendo la pena de muerte. Siempre lo digo: la muerte es demasiada pena para agregarle otras adicionales.

¿Sos un exportador de la revolución o un embajador cultural?

Yo empecé a hacer canciones en la época de gran efervescencia de la revolución. Fue muy natural esa analogía entre la personalidad del cantor y la personalidad que surgía de un proceso revolucionario. Yo tenía doce años cuando estalló la revolución. Todo lo que me pasó entonces representa el sustento de mi vida. Hay una coincidencia, y por eso es que parece que somos la misma cosa, y creo que lo somos, y además no me avergüenzo.

Más de la mitad de la población cubana no vivió la etapa prerrevolucionaria. Los jóvenes que no sufrieron a Batista, cuando miran a su alrededor ¿qué ven? ¿Miami o Haití?

Es probable que vean Miami y ese es uno de los peligros de la realidad cotidiana con la que hemos tenido que sobrevivir durante muchos años. No sólo ahora, con canales de televisión y de radio en la Florida haciendo programas para Cuba. Siempre la radio de Estados Unidos se escuchó en mi país. Esa confrontación ideológica y política, y en otro sentido cultural, la tuvimos toda la vida, y durante muchos años fuimos satélites y tuvimos gobiernos títeres, y medio país era de Estados Unidos. Hoy hay un proceso de acumulación y asimilación de influencias, por haber tenido esos elementos constantes. En otros aspectos hemos asumido montones de cosas de EE.UU., en cuanto a gustos y a la música también.

¿Estás hablando del rock?

El fenómeno del rock es mundial. Empezó en EE.UU., pero ya trascendió todas las fronteras. Es la música del siglo. Resulta imposible ignorarla.

El rock tiene un componente rebelde, al menos en teoría. ¿Se puede combatir al sistema utilizando sus mismas herramientas?

No sé quiénes inventaron los televisores, pero en el televisor de tu país pones la programación que te da la gana y no importan quién haya inventado el televisor, o quién hizo el plato en el que comes. Por la cercanía, hay una interrelación muy notoria entre Cuba y EE.UU. Es notoria la influencia armónica entre la música de EE.UU. y Cuba. Lo notas en los jazz band, que son tan populares en Cuba, aunque curiosamente no se toca jazz en esas orquestas sino sones. Es otro caso de asimilación de medios. El ejemplo más clásico es Pérez Prado, que de un jazz band inventó el mambo.

¿Una canción de Celia Cruz es más peligrosa que una medida política de Estados Unidos?

Según tengo entendido, Celia es una cantante, y en su música no toca temas políticos.

En su último disco incluye una canción que se llama Cuando Cuba se acabe de liberar.

No lo sabía, y me sorprende. Tanto Celia como otros músicos cubanos que atacan tan furibundamente a la revolución lo hacen por miedo a esos grupúsculos de Miami, que tienen tanto poder y son una verdadera mafia, y lo mismo te ponen una bomba que mandan a romper tu discos, y te quitan del circuito de las transnacionales. Cada cierto tiempo esos artistas necesitan como limpiarse, dicen horrores de Fidel, para estar al día, y que los dejen vivir tranquilos.

En contraposición, es notable la solidaridad con la causa cubana de muchos artistas, muchos de los cuales ni siquiera son socialistas. Ustedes habrán vivido de cerca recientemente el caso de Fito Páez.

A Fito lo adoran en Cuba. Si bien es cierto que nuestra generación tuvo cierta influencia en los músicos, no sé si tanto en los argentinos, pero sí en muchos lugares de América Latina, eso nos lo ha devuelto Fito, porque todo el movimiento rockero en Cuba tiene una gran conexión con el rock argentino y principalmente con Fito.

¿Los roqueros cubanos mantienen los ideales que los llevaron a ustedes a escribir canciones?

Hay algunos que sí. Santiaguito Feliú es un tipo muy crítico, pero lo tiene muy claro. Otros muchachos roqueros también como los del grupo Havana, no están contra la revolución, pero ven las cosas de acuerdo con sus propias vivencias. No tienen la referencia de haber vivido el pasado. Muchos no han salido de Cuba, no saben cómo es la realidad de los otros países. No han visto el mundo. Lo saben por la prensa, o por lo que les cuenta. Para los artistas es fundamental viajar. Yo cambié muchísimo, después de conocer América latina. Muchas de las cosas que me repetían constantemente, y que a mí me molestaba porque me las repetían, ¡eran ciertas! Chicos descalzos por la calle no conocí hasta que salí de Cuba. Allí me di cuenta de lo que teníamos en nuestro país.

Maradona dijo, después de visitar Cuba por primera vez, que se había sorprendido por no haber visto en la calle chicos descalzos…

Bueno, para mí y para el pueblo cubano Maradona es un héroe. Yo no lo conozco personalmente, pero es un tipo que me simpatiza, en primer lugar porque es un genio del deporte. No es que lo diga yo, lo dicen los que saben. Y por otra parte me conmueve, y me solidarizo mucho con él, porque me doy cuenta de que ha sido muy envidiado y perseguido por ese talento, pero también por sus ideas políticas. Y le han pasado cuentas terribles, más por sus ideas que porque tenga algún pecadillo perdido por ahí, que mucha gente lo tiene y no les pasa nada. Se ensañaron con él por el solo hecho de ser famoso y progresista. Y por no callarse la boca. Porque cuando todos despotricaban contra Fidel, era mucho más fácil no decir nada. A mí me gusta en general la gente que anda a contramano, aunque a veces no coincida con ellos. Me identifico con los que lleva la contra.

Qué contradicciones tendrán los cubanos cuando se les menciona la Argentina. La asocian al Che, y en los últimos tiempos a Maradona y Fito Páez y por otro lado está Menem…

En Cuba hubo un Batista, y también un José Martí.