Déjame regresar




Déjame
―tú que me acompañas como una amistad―,
déjame
―tú que eres fantasma de mi soledad―
regresar por las mismas calles
en que caminé sin tu amor;
volver a los cines, a los parques,
a las miradas sin culpa del mundo
que pasa a mi lado sin ti.

Déjame
devolverle al viento lo que le robé.
Déjame
decir «para siempre» por última vez.
Y regresar sólo con mis buenos días y el adiós;
regresar, perderme de vista para siempre
de los caminos que juntos hubimos
de andar hasta el fin del amor.

Después, quizás perdida en las memorias,
no habrá quien cuente un día nuestra historia.
Pero eso no importa, pues todo va al viento.
No importa que nadie nos ponga en un cuento,
si al fin sólo amamos y luego nos vamos.

Déjame
―tú que eres fantasma de mi soledad―,
déjame
―tú que me acompañas como una amistad―
regresar.